AGUSTÍN
RUEDA
(14
DE MARZO DE 1978, Madrid)
Agustín era militante de
la CNT en los años ochenta en su Cataluña natal y tras participar en varias
huelgas le fue vetado el acceso al trabajo, lo que le obligó a huir al sur de Francia
donde realizaba las labores de enlace entre los militantes del interior y del
exterior. En 1976 es detenido y enviado a la prisión de Girona, donde entra a
formar parte de la Coordinadora de Presos Españoles en Lucha (COPEL) y el 1 de
enero de 1978 es trasladado a Carabanchel, donde se descubre que alguien ha
introducido cuatro cartuchos de Goma 2.
Entre otros sospechosos,
uno de ellos es Agustín, que muere a consecuencia de las torturas, muriendo en
unas condiciones espeluznantes. A las 9:30 se descubre el hecho de los
cartuchos de Goma 2 y se empiezan a producir los interrogatorios; el primer
preso interrogado niega saber nada pero ante las torturas da una lista de 29
nombres, entre los que se encuentra Agustín. El segundo repite que no sabe nada,
pero ante la insistencia de las torturas vuelve a repetir el nombre de Agustín,
lo que le condena irremediablemente. Tras 14 horas de interrogatorio y tortura,
los funcionarios se van a casa, no sin antes comentarle al médico de la prisión
la mala situación en la que se encuentra el torturado, que al verle llama al
otro médico de la prisión y ambos llaman al director del recinto penitenciario,
pero éste comenta que mejor que trasladarlo al hospital lo dejan la noche allí,
a ver si mejora.
La situación empeoró e
informan al jefe de servicio la necesidad de enviarlo al hospital, pero éste,
temeroso de que se conozca la noticia en el exterior, rechaza la idea. Es
trasladado a enfermería y a las 7 de la mañana entra en shock traumático y
muere, habiendo perdido tres litros de sangre. Solo es hasta mediodía que el
director de la prisión informa de la muerte de Agustín, pero la memoria le
falla y no lo hace sobre la causa de la muerte.
El sumario por causa de
asesinato abierto se cierra en 1980, aunque todos los acusados ya habían sido
puestos en libertad en 1979. En 1988, ya con el PSOE en el poder se vuelve a
reabrir el caso con un informe pericial que decía: “El apaleamiento ha sido
ejecutado con tecnicismo. Se puede afirmar que no es posible, salvo especial destreza,
ocasionar tantas lesiones externas respetando las estructuras óseas”. Un
trabajo de profesionales, vaya, pero la audiencia de Madrid estima que se trata
de un “delito de imprudencia temeraria con resultado de muerte”. Ninguno estuvo
más de ocho meses en la cárcel.
Qué barato cuesta matar
en España a veces.
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