martes, 6 de febrero de 2018

JUAN CARLOS GARCÍA PÉREZ (6 de mayo de 1980, Madrid)


JUAN CARLOS GARCÍA PÉREZ

(6 de mayo de 1980, Madrid)

 

Cinco días después de la muerte de Arturo Pajuelo se convoca manifestación para honrar su memoria y denunciar un asesinato que se iba a quedar impune. La marcha termina en la Cruz de los Caídos (por España y el fascismo)  y cuando la gente se va se puede leer cómo han escrito en ella “fachas asesinos”.

“Si es que van provocando” pensaría José María Alonso Collar, jefe de la falange en Madrid, y terminando una reunión que estaba presidiendo convocó de urgencia a sus cachorros para limpiar el honor de la cruz… y la pintada. Cien falangistas se presentan para limpiarla con agua y jabón y después se van a limpiar la afrenta como mejor saben ellos, con sangre, que ya tienen su objetivo.

Cuando terminan se van al bar San Bao, donde creen que están tomando cañas los autores de las pintadas. A la cabeza del grupo va un señor muy trajeado con un puñal en una mano y una pistola en la otra, bien equipado para la caza del rojo y a su lado el autor del asesinato de Arturo Pajuelo Daniel Fernández de Landa y Roca, que con apellido compuesto puede andar libremente. Entran al bar gritando cosas tan líricas como “¡Viva Cristo Rey!”, “¡Os vamos a matar!” y comienzan a dar una paliza a todo el que estaba allí. Bates, cadenas, patadas… un maremágnum de ostias, patadas y golpes y entre tanta confusión se escuchan cuatro tiros. Dos de ellos matan a Juan Carlos García, de 20 años, por la espalda.

La policía hace una redada y uno de los integrantes del grupo causante del asesinato cuenta lo que pasó y da nombres, excepto casualmente el del hombre trajeado con pistola y cuchillo, y aunque la Audiencia Nacional condena a varios de los agresores a penas de entre 6 meses y 10 años, entre ellos no está ni el autor material del asesinato, Íñigo Guinea Pérez ni Daniel Fernández de landa y Roca.

De todas formas la instrucción se demora tanto que da a tiempo a que se fuguen varios de los acusados y a los que les juzgaron más firmemente, con penas de 10 años, la justicia les tenía reservado el show de cierre. Al estimar que no fueron los autores materiales del crimen propusieron al Gobierno un indulto parcial que rebajara a la mitad la condena. Todos los jueces estuvieron a favor menos uno, pero esta es la traca final, ya que éste estaba en desacuerdo porque consideraba la pena excesiva y quería rebajarla aun más. Según él “no existe alevosía en la muerte de Juan Carlos García a pesar de haber recibido el disparo por la espalda. No fue un ataque traidor, porque el condenado entró en el bar gritando 'salid si tenéis cojones' y el que avisa no es traidor”. 

Seguro que el asesinado se estaría revolviendo en su tumba.

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