YOLANDA
GONZÁLEZ MARTÍN
(1
de febrero de 1980, Madrid)
Después de la matanza del 1 de febrero de 1980 por
parte de ETA, los fascistas tenían que dar un golpe de efecto de la manera que
fuera, aunque fuera asesinando a una jovencilla de 19 años. Total, eso no les
ha importado mucho a lo largo de la
historia.
David Martínez, empresario, y Emilio Hellín,
ingeniero electrónico eran miembros de Grupo 41, cercano a Fuerza nueva, que se
dedicaba a mantener la unidad de España a base de ostias y tiros. David iba a
poner una bomba en un diario del Grupo Z, pero cambian de planes y van a por un
objetivo mucho más asequible, Yolanda González, estudiante de electrónica en
Madrid proveniente de Deusto, militante del partido Socialista de los
Trabajadores y trabajadora a tiempo parcial para pagarse los estudios.
Los malditos asesinos que acabaron con la vida de
Yolanda fueron Hellín Moro, Ignacio Abad Valavázquez, estudiante de
químicas; Félix Pérez Ajero, empleado de banca; José Ricardo Prieto
Díaz, agente de ventas; y Juan Carlos Rodas Crespo, policía nacional. Se
acercan su casa pero no está, por lo que deciden regresar ya por la noche y
esta vez la encuentran sola. La engañan mostrando falsas placas de policía y
una vez dentro la golpean y destrozan el piso en un falso registro; después, a
punta de pistola la sacan a la calle y la suben a empujones a un vehículo.
De camino a su matadero le golpean, le escupen y le
insultan hasta la saciedad en un supuesto interrogatorio sobre su pertenencia a
ETA, y a tres kilómetros de San Martín de Valdeiglesias se dirigen a un
descampada, donde la sacan del coche y le sueltan dos tiros en la cabeza,
seguido de un tercero cuando ya está en el suelo. A la mañana siguiente dos
trabajadores encuentran su cuerpo.
Un policía que había participado en la vigilancia
de la vivienda los denunció a sus superiores al saber los hechos, y el 7 de
febrero Hellín y Abad fueron detenidos. El juez prefirió no tirar de la manta y
se centró en los ejecutores. A Hellín le meten 43 años, pero eso no es excusa para
intentar fugarse varias veces, y aunque fue declarado preso muy peligroso, un juez le dio otro permiso
que aprovechó para fugarse a Paraguay. En 1989 la Interpol da con él y tras 14
años de condena ¡Oh, sorpresa! En 2013 se supo que había estado trabajando para
el Ministerio del Interior entre 2006 y 2013, justo cuando Rubalcaba ocupaba la
cartera.
Y el círculo se cierra entonces.
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